Add parallel Print Page Options

Amado

Juradme, muchachas de Jerusalén,
por las gacelas y ciervas del campo,
que no despertaréis ni turbaréis
al amor hasta que él quiera.

Segundo cantar

Amada

¡Es la voz de mi amor!
Miradlo cómo viene,
brincando por los montes,
saltando por los cerros.
Mi amor es como un corzo,
es como un cervatillo.
Mirad, se ha parado tras la tapia,
mirando por las ventanas,
espiando entre las rejas.

Read full chapter